Tabarca. La leyenda del lobo marino

Tabarca tiene al sur de la isla una gruta que se interna unos cien metros en el subsuelo de la misma y en la que penetran las aguas del mar.

Esta caverna se llama «La Cova del Llop Marí» porque a ella venía este mamífero marino.

A finales del siglo XIX la gruta recibió la visita de dos enormes lobos marinos. Alli se cobijaron para recibir el nacimiento de su primer hijo. Pero los isleños consideraron aquello como una invasión y un peligro, pues iban a destruir las redes y a comerse la pesca.

Esperaron a una noche de luna llena e intentaron atrapar a la pareja por sorpresa. El miedo precipitó el parto de la hembra, cuya cria nació muerta. Fue tal su tristeza que la madre también murió. El padre, en su soledad más angustiosa, lanzó aullidos de dolor y rabia que perforaron los tímpanos de los isleños durante tres dias. El tiempo que tardó en morir.

Hay habitantes de Tabarca que afirman que su cadaver aún está en las profundidades y las noches de luna llena, desde la gruta, lanza ayes lastimeros que se escuchan desde la misma Santa Pola. Luego, en el mar, se forma una procesión de lecholas, calamares, lisas, sepias, salmonetes y langostas, que asisten a un curioso cortejo fúnebre. En el fondo de la gruta, se extienden como alfombra, las algas, esponjas, petrosias y axineles.
Un funeral en honor a aquel gran lobo marino que murió de soledad añorando a su familia… y que aprendió a llorar después de muerto.

Fuente: «Almadabras. El milenario arte de la pesca del atún». Diputación de Alicante.