
En 1900 un visionario asturiano, D. Manuel González-Carbajal, adquirió una finca en las inmediaciones de Santa Pola con el objetivo de producir sal marina.

Después de los duros trabajos de acondicionamiento de aquel inhóspito terreno, se inició la actividad salinera de la villa que, desde sus orígenes hasta la actualidad, se ha mantenido de forma continua a lo largo del tiempo.

Dede 1900 a 1972 la recolección de la sal era realizada de forma manual. Esta se transportaba con vagonetas de tracción animal, principalmente bueyes, de la zona de extracción a la zona de almacenaje (denominada garbera), donde se acumula en grandes montañas. La producción se limitaba a la sal húmeda y se transportaba con gabarras a los barcos que esperaban fondeados en la bahia.

Desde 1973 la sal se transporta desde el puerto de Santa Pola. También a partir de ese año se modificó el sistema de recolección mediante la mecanización del mismo, lo que supuso un notable incremento de la producción de sal.