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MONOGRAFICOS/
ARTICULOS
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EL
ECLIPSE DE
1900
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Articulo:
David
Garrido
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Nos
sumiremos en el
pasado para
explicar el
revuelo que se
formó en
Elche en el
año
1900 con
motivo de un
suceso que
convirtió
al Baix
Vinalopó
en el lugar
más
óptimo
para observar
el
fenómeno,
que
acaeció
el 28 de
mayo.Desde el
mes de marzo,
científicos
de todo el
mundo se
afanaron por
instalarse en
Elche para
observar un
fenómeno
que,
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Imagen
del
eclipse
de
1900
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aunque
visible en otros lugares
de la Península
Ibérica, en un
arco de visión
que se extendía
desde
Oporto,
en la costa portuguesa,
hasta las tierras
ilicitanas, era desde
aquí donde mejor
podía
contemplarse.
Así, una
comisión
científica del
Instituto
Geográfico de
Madrid, encabezada por
los señores
Francisco París y
Eduardo Mir, se
instaló en el
campanario de Santa
María, aunque
también
colocó oteadores
en el faro del Cap de
l´Aljub y el lo
alto del Benacantil en
Alicante.
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No
fue la misión
española la
única y las
universidades de
Montpellier y Toulouse
enviaron sendas
representaciones,
encabezadas por los
señores Martin y
Lebeuf (profesores de
física y
astronomía
respectivamente) la
primera,
instalándose en
la hacienda de Gervasi
Torregrossa, en la
carretera de Crevillent,
y Bourget y
Carrère (ambos
astrónomos) la
segunda. No fue, sin
embargo, la única
misión francesa.
El Ministerio de
Instrucción
Pública del
gobierno galo
envió al
célebre
astrónomo
Nicolas-Camille
Flammarion (1842-1925),
que fundase en 1883 el
observatorio de Juvisy.
Su popularidad
traspasaba la frontera
pirenaica y su presencia
en Elche provocó
gran entusiasmo entre
los ilicitanos. Se
hospedó en casa
de Sebastià
Canales, quien
organizó una
comida que
congregó a todos
los científicos,
servida por el
restaurante Iborra de
Alicante (como ven, lo
del catering ya
funcionaba).
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El
8 de mayo llegaron los
científicos del
observatorio de San
Fernando, que se
instalaron en el
Camí Vell
d´Alacant.
También el
gobierno inglés
envió su
representación,
el señor Payn,
acompañado de
Mister Copeland, del
observatorio
astronómico de
Escocia. Ambos vinieron
a bordo del buque de
guerra británico
Theseus,
instalándose en
Santa Pola. Vino
también a Elche
una
representación
astronómica
alemana y otra rusa;
esta última se
hospedó en la
fonda La Confianza,
donde instaló sus
aparatos. ¡Ah! Y no
faltó la
representación
papal, representado por
el padre agustino
Rodríguez de
Prada.
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Suceso
tan relevante y tanto
astrónomo y
estudioso del cielo
junto mereció la
atención de la
prensa de la
época. «El
Liberal» de Madrid
desplazó a Elche
a Joaquín
Dicenta, mientras
«Las
Provincias» de
Valencia tenía en
la capital del Baix
Vinalopó a un
cronista de
excepción, ni
más ni menos que
a Pere Ibarra, el
historiador ilicitano,
que sirvió de
cronista del evento y
recogió los
artículos de
prensa,
fotografías y
autógrafos del
suceso, que
recopiló en un
volumen de 415
páginas,
«Recuerdo del
eclipse total de sol del
28 de mayo de
1900», que luego
envió en 1902 a
la Biblioteca Nacional
de Madrid, donde
actualmente se conserva
(signatura Ms.
19.017).
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Finalmente
llegó el
día
señalado,
el 28 de mayo
de 1900. El
ministro de la
guerra del
gabinete de
Silvela, Camilo
García
de Polavieja
(el
último
capitán
general de
Filipinas) no
se quiso perder
hecho
astronómico
tan celebrado y
se
presentó
también
en
Elche.
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Toda la ciudad
hervía de un
gentío curioso,
atento a los movimientos
del cielo. A las 14.56
horas dio comienzo el
fenómeno, que
duró hasta las
17.17. Así lo
describió
Ibarra:«Hace mucho
calor. Principia el
eclipse. La ciencia no
se ha equivocado. Dan
las tres en Calendura...
Ya pasó.
Imposible describir su
grandeza. No se siente
si no se ve, y si no se
ve, no puede
concebirse.A la hora que
nos dio Mister Nahy se
ha verificado el
fenómeno, en
todas sus fases y
contactos. (...)
|
En
el momento preciso de
cubrir la luna al sol,
cuando la tierra se ha
cubierto de amarillas
tinieblas y el aire se
ha agitado un poco como
movido por soplo
infernal y ha descendido
la temperatura y han
cesado de volar los
gorriones y las avispas,
ha resonado un aplauso
en todos los terrados.
Óyense gritos de
alegría y de
miedo, frases de
admiración y de
plegaria al
Todopoderoso. He sentido
una conmoción
parecida a la que se
experimenta cuando
coronan a la Virgen en
la fiesta de
agosto».
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Ya
se pueden imaginar las
caras de asombro de
nuestros antepasados y
las terrazas de la
ciudad llenas de gente
cual Nit de
l´Albà.
Pasado el suceso las
delegaciones
científicas
dejaron Elche, pero
aprovecharon para
visitar el famoso Hort
del Capellà
Castaño (Huerto
del Cura en su
versión
más popularizada
cara al visitante),
donde quedaron
impresionados por la
palmera de los siete
brazos y dejaron
constancia de su visita
con sus firmas. Este
libro de signaturas fue
iniciativa
también de Pere
Ibarra, que lo encabeza
con el pseudónimo
«Un
illicitano», donde
explicaba el origen y
evolución del
palmeral hoy patrimonio
de la humanidad. Mira
por donde, los
astrónomos se
convirtieron en los
primeros en estampar sus
nombres en un libro de
visitas de aquel
rincón
entrañable de
Elche, lo que se
convirtió en
costumbre hasta hoy.
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